1- Actúa
Si el
estrés se convierte en crónico puede llegar a aplastar la autoconfianza,
disminuir la concentración y atentar contra el bienestar general. Por eso, es
importante controlarlo. Debes tener en cuenta que el estrés surge cuando
sientes que las cosas se escapan de tu control. Por esta razón, es importante
identificar qué puedes controlar -tus acciones, tu respuestas- y qué no. Luego
de que lo hayas hecho, concéntrate en las primeras y haz tu máximo para
desprenderte de las segundas. De esta manera, estarás dando lo mejor de ti
misma.
2- Respira profundamente

3
Elimina las interrupciones

4
Date descansos
En
general, solemos pensar que cuanto más trabajo acumulemos, más productivas
seremos. Esto no es cierto: sucede exactamente lo contrario. Así, a medida que
transcurren las horas nuestro nivel de concentración va disminuyendo. Por eso,
para maximizar nuestra productividad es imprescindible tener intervalos de
descanso. Cada 90 minutos, tómate 10 de descanso; aprovecha, por ejemplo, para estirar tus músculos contracturados. De esta manera, aliviarás
el estrés y recuperarás energías.
5
Identifica al estrés autoimpuesto
Solemos
estar constantemente buscando la aprobación de los demás; esto no es sano. Deja
de enfocarte en las cambiantes percepciones de quienes te rodean y concéntrate
en fortalecer la confianza en ti mismo. Lo cierto es que, paradójicamente, ni
bien dejes de preocuparte por la imagen que los demás tienen de ti, esta
mejorará y será más plausible que impresiones a quienes te rodean. Recuerda: la
estima que los demás te tienen es equivalente a tu autoestima.
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